El Impacto Psicológico de la Orden de Alejamiento que te separa de tu Hijo

Escrito por Sven, Publicado 04 Jun.20212 Comentarios

Una orden de alejamiento de tu hijo puedes vivir igual que la pérdida de un ser querido o el diagnóstico de una enfermedad terminal.

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Siempre has estado ahí para tu hijo después de que te separaras de su madre. 

Con un régimen de visitas para poder estar con él, a lo mejor dos días a la semana os fuisteis a parques para jugar, para charlar sobre sus experiencias en el cole, para que le enseñases a montar en bici. 

Se hizo alguna que otra pupa cayéndose de la bici y lo consolaste con un cálido abrazo de amor cuando le salieron lágrimas. Los fines de semanas alternos habéis podido compartir un tiempo valioso. A lo mejor junto a tu nueva unidad familiar. 

Habéis vivido emociones y experiencias, como cualquier otro padre con su hijo, aunque limitado por el tiempo. 

Estabais muy unidos, aunque os pudierais ver sólo unas pocas horas a la semana. Porque al final de todo, sois padre e hijo. 

Para siempre. 

De repente te impiden verlo 

Inesperadamente recibiste una llamada de la UFAM (Unidades de Atención a la Familia y Mujer)  por alguna denuncia, y te piden que acudas a la supercomisaría para más detalles. 

En este momento no eres consciente de lo que se te viene encima, pero esa llamada tiene un significado muy aterrador: 

Es más que seguro que no salgas de esta supercomisaría en muchas horas, y te quedes pernoctando en su sótano, durmiendo sobre un colchón en el suelo.

Cuando asimilas que ese día no vuelves a ver la luz del día, no piensas en esa denuncia, tampoco piensas sobre las represalias, porque a lo mejor tu experiencia es nula en este tema.

Lo único que te importa es que le prometiste a tu hijo, que lo ibas a recoger del cole ese mismo día. 

Y en el momento en el que te dicen que eso no va a ocurrir hoy, solamente piensas en tu hijo, en que te estará esperando en la puerta del colegio para ir contigo al parque a jugar un rato. 

Se lo prometiste...

Estás pensando en cómo se sentirá él porque su padre no ha cumplido su promesa, y tienes miedo de que él esté triste y decepcionado con su padre. Piensas en su mirada triste cuando le cuenten a tu hijo que no estás, que no puedes estar con él. Piensas en las lágrimas que siempre secaste con un abrazo de un amoroso padre. 

Al mismo tiempo sientes enfado e ira. 

Sientes enfado e ira porque estás pensando en la injusticia que está sufriendo tu hijo, esperándote en la puerta del cole. 

Sientes una montaña rusa de emociones negativas porque piensas en las consecuencias que hacen pagar a tu hijo, que está ahí, esperándote, totalmente indefenso y frágil.

Tu imaginación creará una imagen con la mirada triste de tu hijo y esta imagen se te quedará grabada a fuego para siempre en lo más profundo de tu alma. 

Aún así tienes algo de esperanza, y piensas que mañana se podrá solucionar todo, podrás ver a tu hijo y explicarle con alguna mentira piadosa por qué no le has podido recoger. 

“Seguramente lo entenderá”, piensas. 

Con suerte sales al día siguiente tras una noche horrible en el calabozo, y te llevan ante el juez, que te acusa de haber hecho cosas malas. 

Cuando sales tras 24 horas vegetando en un sótano oscuro, te alegras de poder ver la luz del día, y poder respirar por primera vez en muchas horas largas aire fresco, mientras asimilas que S.S. ha ordenado una orden de alejamiento de tu hijo. 

A partir de este día, tu vida cambia brutalmente.  

Debido al sistema judicial lento y sobrecargado, esta orden de alejamiento puede durar semanas, e incluso meses. Y muchos niños no podrán ver a sus papis durante años. 

Al principio no eres consciente de lo que acaba de pasar. Estás en un estado de bloqueo. Y pueden pasar días y semanas en que estás lleno de esperanza, y esperando una llamada de tu abogado en la que te diga que puedes volver a estar con tu hijo. 

Pero lo más probable es que sea como esperar a Godot

Hasta que recibes esa llamada pueden pasar años en el peor de los casos. Esta es la cruda realidad para muchos padres e hijos.

Tu vida se llena de una irritable mezcla de tristeza, miedos, ira, enfado e impotencia. Emociones que jamás has sentido antes a este nivel.

Y cada vez que escuchas a un niño llamando a su padre en algún parque, se te hace un nudo en la garganta y caes en un pozo oscuro. Sientes ganas de desaparecer. 

Quiero que sepas que estas emociones son absolutamente normales, y no te tienes que sentir mal por ellas, ni tampoco vergüenza. Incluso la ira y la rabia son normales en esta situación. 

(Aunque realmente sólo existen dos emociones reales: El miedo y el amor. Todas las demás son emociones creadas por tu mente. Este tema será para otro artículo)

En el momento en que sales de los juzgados, con la certeza de que no podrás recoger a tu hijo y que no podrás verlo en mucho tiempo, te atropella un camión lleno de emociones. Estas emociones provocarán además cambios negativos en todos los sentidos de tu vida. 

Porque quieras o no creerlo, los sentimientos que te invadirán serán muy similares a las emociones que tenemos cuando fallece un familiar. 

Al principio puedes engañar a tu mente y decirle que tu hijo se ha ido de vacaciones. 

Pero a largo plazo…

Es como recibir el diagnóstico de un cáncer terminal, o como si hubiera muerto tu hijo. 

Por eso es fundamental que entiendas lo que te está pasando para poder coger el timón y seguir navegando. Sólo cuando entiendas que te está pasando, serás capaz de gestionar tus emociones de manera efectiva. 

Hablando con muchos padres separados en los últimos años, llegué a la conclusión de que la gran mayoría de ellos pasa por las 5 etapas del duelo, tal como la psiquiatra suizo Elisabeth Kübler-Ross descubrió. 

Estas 5 Etapas del Duelo de Kübler-Ross se basan en su trabajo con pacientes terminales y ha recibido muchas críticas desde entonces. Principalmente, porque la gente que estudiaba su modelo creía erróneamente que este era el orden específico en el que la gente hacía el duelo y que todas las personas pasaban por todas las etapas. 

Cierto es que estas etapas no son lineales y que algunas personas pueden no experimentar ninguna de ellas. Sin embargo, otras pueden pasar sólo por dos etapas en lugar de las cinco, una etapa, tres etapas, etc.  

Lo que siempre varía es la intensidad de las emociones y el orden. A veces saltamos una etapa, a veces nos quedamos hasta el final atrapados en la misma. También puede que empecemos con la última hasta que lleguemos a la primera. 

De acuerdo, ¿y qué tiene que ver esto con una orden de alejamiento? 

Una orden de alejamiento de tu hijo puedes vivir igual que la pérdida de un ser querido o el diagnóstico del médico de una enfermedad terminal. Puedes sentir sentimientos muy similares, es necesario que entiendas qué te está pasando para poder reaccionar y llevar a cabo una buena gestión de tus emociones.

Entonces...¿Cuáles son las cinco etapas?

Las 5 Etapas del Duelo adaptadas para padres separados con orden de alejamiento 

Negación: ¡No puede ser verdad!

La negación es la etapa que inicialmente puede ayudarte a sobrevivir a la pérdida. Puedes pensar que la vida no tiene sentido, que no tiene significado y que es demasiado abrumadora. 

Empiezas a negar la noticia y, en efecto, te adormeces. Es habitual que en esta etapa te preguntes cómo seguirá la vida en este estado diferente: estás en estado de choque porque la vida, tal y como la conocías, ha cambiado de golpe.

En la etapa de negación, no vives en la "realidad actual", sino en tu realidad "deseada". Curiosamente, la negación y el choque te ayudan a afrontar y, literalmente sobrevivir al duelo. 

La negación ayuda a controlar los sentimientos de dolor. En lugar de sentirnos completamente abrumados por el dolor, lo negamos, no lo aceptamos y amortiguamos su impacto total en nosotros.

Piensa que es el mecanismo de defensa natural de tu cuerpo que dice "oye, no puedo aguantar mucho de golpe". Una vez que la negación y el choque empiezan a desaparecer, comienza el proceso de curación. En este momento, esos sentimientos que antes reprimías, afloran.

Ira: ¿Quién me ha hecho esto?

Una vez que empiezas a vivir de nuevo en la realidad "real" y no en tu realidad "deseada", la ira puede empezar a aparecer. Esta es una etapa común para pensar "¿por qué yo?" y "¡la vida no es justa!", “que injusticia”. 

Piensa en la ira como una fuerza que te ata a la realidad. Puede que te sientas abandonado por la justicia o desamparado durante la separación de tu hijo. Piensas que no hay nadie que te apoye. Que estás solo en este mundo. 

Cuando experimentas un suceso de duelo, puedes sentirte desconectado de la realidad, que ya no tienes ningún punto de apoyo. Tu vida se ha hecho añicos y no hay nada sólido a lo que aferrarse.

Puede que busques culpar a los demás de la causa de tu dolor y también puede que redirijas tu ira hacia tus amigos cercanos y tu familia. Y es en este momento en el que de repente te ves en las redes sociales metiéndote con la política e implicándote en temas anti-feministas. 

Empiezas a estar en contra de todo y echas la culpa al sistema. Te parece incomprensible que te pueda pasar algo así. 

En la vida cotidiana, normalmente se nos pide que controlemos nuestra ira hacia las situaciones y hacia los demás. 

Pero ni tú ni yo somos monjes budistas. 

Para nosotros, los mortales, la dirección de la ira hacia algo o alguien nos puede servir de puente para volver a la realidad y conectarte de nuevo con el mundo que existe. 

Investigadores y profesionales de la salud mental coinciden en que esta ira es una etapa necesaria del duelo. Es importante sentir realmente la ira y vivirla como parte del proceso de curación. 

Se cree que aunque parezca que estás en un ciclo interminable de ira, ésta se disipará - y cuanto más sientas la ira de verdad, más rápidamente se disipará, y más rápidamente sanarás. 

No es saludable reprimir los sentimientos de ira, es una respuesta natural y, quizás necesaria. 

Negociación: ¿Cómo puedo compensarlo?

Cuando ocurre algo malo, ¿te has sorprendido alguna vez haciendo un trato con Dios/Buda/Alá? "Por favor…. si me devuelves a mi hijo, me esforzaré por ser el mejor [Pon lo que más te guste], y no volveré a quejarme". 

Esto es una negociación. 

En cierto modo, esta etapa es una falsa esperanza. Puede que te autoengañes para evitar la pena mediante una especie de negociación. 

Si cambias esto, cambiará aquello. 

Estás tan desesperado por conseguir que la vida con tu hijo vuelva a ser como era antes de la orden de alejamiento, que estás dispuesto a hacer un cambio de vida importante en un intento de conseguir la normalidad. 

La culpa es un aliado común de la negociación. Es el momento de soportar las interminables declaraciones de "qué pasaría si". 

“Si hubiera hecho caso a Sven y su artículo “CÓMO PROTEGERSE ANTE LA POSIBLE AMENAZA DE UNA DENUNCIA POR VIOLENCIA DE GÉNERO,  a lo mejor pudiera haber evitado todo esto. 

Depresión: ¡No puedo rechazarla!

La depresión es una forma de duelo comúnmente aceptada. 

De hecho, la mayoría de la gente asocia inmediatamente la depresión con el duelo, ya que es una emoción "presente". 

Representa el vacío que sentimos cuando vivimos la realidad y nos damos cuenta que no vamos a ver a nuestro hijo por mucho tiempo.

En esta etapa, es posible que te aísles de la vida, te sientas entumecido, vivas en una niebla y no quieras salir de la cama. 

El mundo puede parecerte demasiado abrumador para que lo afrontes. 

No quieres estar con los demás, no tienes ganas de hablar y experimentas sentimientos de desesperanza. 

Puede que incluso experimentas pensamientos suicidas, pensando "¿qué sentido tiene seguir adelante?".

Es en este estado en el que muchos hombres, padres de hijos alienados, cada año se quitan la vida porque no aguantan más. 

Aceptación: acepto la situación.

La última etapa del duelo identificada por Kübler-Ross es la aceptación. 

No en el sentido de "no pasa nada, no voy a ver a mi hijo jamás", sino en el sentido de "no puedo ver a mi hijo por un tiempo indefinido, pero voy a estar bien". 

En esta etapa, tus emociones pueden empezar a estabilizarse. Vuelves a tomar consciencia de la realidad. Aceptas el hecho de que la "nueva" realidad es que tu hijo estará sin verte durante meses o incluso años, y te encuentras bien con eso. 

No es algo "bueno", pero es algo con lo que puedes vivir. 

Definitivamente es un momento de ajuste y reajuste. Hay días buenos, hay días malos, y luego hay días buenos otra vez. 

En esta etapa, no significa que nunca vayas a tener otro día malo, en el que estés irremediablemente triste. Incluso puede que vuelvas por temporadas a otra fase anterior, pero los días buenos tienden a ser más numerosos que los malos. 

En esta etapa, es posible que salgas de la niebla, empieces a retomar las riendas de tu vida, que aprendas a vivir como si tu hijo no hubiera nacido y vivas la vida como cualquiera con el paso del tiempo. 

Entiendes que hay que aceptar las circunstancias que ahora mismo no puedes cambiar, pero te mueves, creces y evolucionas en tu nueva realidad.

Es el momento en el que asimilas que nada es para siempre. Ni tan siquiera el sufrimiento. 

Vívelo conscientemente y aprende a gestionar tus emociones 

Si ves que estas 5 etapas de duelo están creando obstáculos que te impiden a funcionar en tu vida cotidiana y que necesitas apoyo para volver a ponerte en marcha tras una denuncia falsa por violencia de género y una orden de alejamiento, sería buena idea que busques ayuda.

A parte de grupos de apoyo para padres separados y ciertas asociaciones, existen psicólogos y psiquiatras que pueden ayudarte a superar el duelo no resuelto. Pide cita y déjate ayudar. 

Esto no significa en absoluto que te pueden "curar" de la pérdida de tu hijo, sino que te proporcionan estrategias de confrontación que te ayudarán a lidiar con tu duelo de forma eficaz. 

Lo más importante es que seas consciente de tus cambios emocionales, y espero que con este artículo te haya podido ayudar en entenderlos y sanarlos.  

Y por cierto…aprende a meditar. 

Un abrazo, 

Sven

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2 comments on “El Impacto Psicológico de la Orden de Alejamiento que te separa de tu Hijo”

  1. Hola, gracias por compartir estos artículos, me está pasando esto hace un mes, es increíble que una jueza tome tales medidas sin siquiera tratar de averiguar la verdad. Sigo indignado con la supuesta justicia , soy de Uruguay, acá basta con la denuncia sin fundamentos de la madre con minúscula lo digo.

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