Queridas Mujeres...

Escrito por Sven, Publicado 17 May.2021Deja un comentario
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Cuando llegué hace 16 años a las Islas Canarias, venía con la educación de mi padre, un ex-militar Alemán, que sirvió como sargento en una base de las fuerzas aéreas en los EEUU, que 10 años más tarde volvió a Alemania, sirviendo como funcionario de aduanas, equivalente a un Guardia Civil de Servicio de Costas y Fronteras.

Mi abuelo sirvió en la segunda guerra mundial y, de alguna manera sorprendente, sobrevivió casi una década en un campo de prisioneros de guerra en Siberia.

Ambos me transmitieron, a parte de sus valores, que se respete a las mujeres. Y a salvar en caso de emergencia a las mujeres y niños primero, porque las mujeres son fundamentales para la supervivencia de un pueblo en tiempos de guerra.

Ambos me educaron a darle preferencia a las mujeres, y con el tiempo adopté el comportamiento de un caballero, que vi de mi abuelo.

En Alemania es de caballeros abrir las puertas a las mujeres y cederles el paso. Es de caballeros dejarles el sitio en el autobús. Es de caballeros coger las bolsas de la compra. Es de caballeros abrirles la puerta del coche para que entren primero, y muchas cosas más que se relacionan con la “cortesía hacia las mujeres” y la buena educación.

Según la RAE, un caballero es (en su tercera acepción, que es la que nos interesa) un "hombre que se comporta con distinción, nobleza y generosidad". En el trato con las mujeres, esa caballerosidad se traduce en cosas como que te abran la puerta, te dejen pasar en el ascensor o te muevan la silla para que te puedas sentar sin tener que realizarlo tú.

El origen de esta caballerosidad o galantería se encuentra, en gran parte, en el esfuerzo y la valentía de las Trümmerfrauen en la Segunda Guerra Mundial.

Las Trümmerfrauen (Mujeres de los escombros) eran las mujeres que, tras los bombardeos aliados, limpiaban las ciudades alemanas de escombros y reconstruyeron ciudades enteras con esos mismos escombros, porque la mayoría de los hombres habían caído en combate o les habían llevado a un campo de prisioneros de guerra.

Hasta el día de hoy se reconoce en Alemania el duro esfuerzo que hicieron millones de mujeres, conmemorándolas mediante actos solemnes, como la construcción de monumentos, la organización de exposiciones y de entregas de condecoraciones. E incluso pagos por parte del Gobierno Alemán a las Trümmerfrauen que hoy se encuentran en situaciones económicas difíciles.

A parte de todo esto, los hombres alemanes se implican en las tareas del hogar. Sabemos cocinar, cuidar niños, fregar el suelo, sabemos usar lavadoras, planchar y hasta cocer. Y …fíjate, no sólo lo sabemos hacer en teoría, también lo hacemos.

Y cuando un Español me pregunta sobre el porqué, le respondo con un tono sarcástico: “Fácil, por si algún día nos viene la estupenda idea a la cabeza de invadir nuevamente a algún país como Polonia, Francia o Mallorca, por lo menos sabremos sobrevivir sin mujeres”.

Y ahora viene la sorpresa para muchos ignorantes, ignorantas e ..ignorantos:

También aquí en España existen hombres, verdaderos caballeros con buena educación que tratan a las mujeres con el mismo respeto que esperan de las mujeres hacia ellos.

En realidad, no conocía hasta hoy ni a un solo ibérico en todos estos años viviendo en el país, que no sea así.

De repente me veo inmerso en un absurdo mundo de feministas radicales y un gobierno que favorece a la mitad de su pueblo.

De repente, todas las características de un caballero, eran signos de un machista.

De repente, toda mi educación se veía también reducida a cenizas y escombros. Las feministas radicales la convirtieron en malos hábitos.

De repente yo era el malo. El maltratador. El machista. El opresor.

De repente, dicen que son hábitos tóxicos de un machista que se siente superior a las mujeres.

Honestamente, cuando escuché la palabra “machista” la primera vez, ni siquiera la entendía. Y tuve que buscar en Google para saber lo que era un machista.

Necesité un tiempo para entender ese concepto, porque en Alemania no existe. O al menos no era algo con lo que crecí.

“Me detuve en el umbral, como digo. Para cederle el paso a la señora, igual que se lo habría cedido al lucero del alba. Incluso a mi peor enemigo. Hasta a un inspector de Hacienda se lo habría cedido. Pero mi error fue considerar señora a la que sólo era presunta; porque al ver que me detenía ante ella, en vez de decir «gracias» o no decir nada y pasar adelante, me miró con una expresión extraña, entre arrogante y agresiva, como si acabara de dirigirle un insulto atroz, y me soltó en la cara: «Eso es machista».”

Arturo Pérez-Reverte

Durante los últimos años he vivido en mis propias carnes como las ideas radicales han ido envenenando a todo un país, provocando un enfrentamiento entre hombres y mujeres.

He vivido y visto el maltrato de instituciones de este país hacia los varones, especialmente a los padres.

Un sistema ensuciado y politizado por una ideología que proclama fomentar la igualdad entre hombres y mujeres, pero en realidad está alimentando el odio hacía el hombre.

Me dejé empapar por este odio hasta tal punto de ignorar a las mujeres por completo, por mi propia seguridad.

Archivé todo lo que aprendí de mi padre y mi abuelo en lo más profundo de mi consciencia. Ya no saludaba a las mujeres por la calle (era normal para mi, dedicar a todo el mundo un “buenos días”). Dejé de ayudarles en los supermercados cuando las veía cargadas de bolsas y garrafas de agua. Cuando se acercaban a mí para preguntarme por una dirección, me alejaba sin decir nada.

Todo esto por el miedo de recibir una estúpida denuncia que basaran en que yo fuera un machista. O un maltratador. Un acosador. Cuando simplemente quería ofrecer mi ayuda.

Por otra parte por el “ ¿Queréis igualdad? ¡Pues toma. Búscate la vida tu misma!”.

Me daban literalmente igual.

Al final me he visto compartiendo y comentando a todas horas contenido de ultra-feministas en las redes sociales en un intento de ridiculizarlo, y dejando colonizar en mi interior.

Sin que me diera cuenta entré en un estado de constante queja y negatividad.

En retrospectiva hoy soy consciente de que esto ha sido estúpido y que ha sido el resultado de una propaganda en la que una parte de la población ha sido convencida de que todos los hombres son maltratadores.

Como fruto de esta propaganda gubernamental, los hombres meten a todas las mujeres en el mismo saco del feminismo radical.

Lo mismo pasó hace 80 años en mi país. Casi de un día para otro, tu charcutero, tu peluquero, tu dentista, tu abogado o tu médico eran personas “non gratas” que había que boicotear. Usando la prensa, crearon la imagen de que todos los judíos eran animales salvajes. Y por las calles, insultaban a su peluquero como “judío sucio”.

Menos mal que hoy, igual que hace 80 años, existe un gran grupo de personas conscientes y valientes que no se dejan manipular por esa propaganda. Una propaganda que está creando conflictos que no existían para justificar su solución.

Un grupo de estos se llama “#TeamAlienadas”. Mujeres valientes que están literalmente hasta las narices. Cientos, miles de Mujeres, que luchan junto con sus parejas, hijos y nietos contra una gran mentira. Abuelas, madres, tías, madrastras que buscan justicia contra el maltrato institucional.

Tienes que saber que las feministas radicales y maltratadoras al igual que los machistas y maltratadores son una minoría.

Solamente nos hacen creer que el grupo contrario es el malvado, dándoles demasiada presencia en las redes sociales y en la prensa.

Todo es pura propaganda y manipulación. Que en el caso de la ideología de género, no son nada más que las ideas de mentes enfermas que proyectan la propia miseria de sus vidas a todo un pueblo, afectandolos con sus problemas.

No os dejéis manipular por esa estúpida idea que os han vendido. Eso de que la cortesía y amabilidad es signo de la superioridad de los hombres.Y eso de que todos los hombres son malos.

No voy a negar que existen maltratadores, pero igualmente existen maltratadoras.

Cuando seamos conscientes de ello, y que el maltrato y las enfermedades mentales no tienen género, habremos ganado y trataremos de igual manera a todos sin prejuicios.

Debemos unirnos para erradicar ese maltrato hacia el otro género, venga de quien venga.

Debemos unirnos para erradicar este sistema judicial, en el que se permite que personas lleven una toga que no se merecen en absoluto.

Y debemos unirnos para crear un futuro libre y feliz para nuestros hijos en el que crezcan sin adoctrinamiento, creciendo con mutuo respeto hacia el otro sexo.

¿Pero sabes qué? Esto ya existe en gran parte. Somos la mayoría.

Y si eres mujer u hombre y has sufrido maltrato por tu pareja, pide cita a un psicólogo.

Pero no te vayas con los y las radicales en un pobre intento de tener venganza con todo un sexo entero. Hay que dejar de alimentar a la bestia hasta que muera.

Y por último a los/las/les resistentes inconscientes: Váyanse al carajo y disfruten del viaje.

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